lunes, 10 de diciembre de 2007

Han vuelto...para vengarse


Jonathan Hawke se levantó estrepitosamente de la cama. Se colocó su uniforme militar y fue hasta el armario ropero situado frente a su mesa de escribir. Lo abrió y saco de él una ametralladora. La cargó y salió de su habitación con mucho sigilo y sin llamar la atención de nadie. Caminó por los largos pasillos de la central militar hasta llegar al lugar donde se encontraban las habitaciones de todos los soldados, sus subordinados. Abrió la puerta A1 y con movimientos rápidos y sin compasión empezó a disparar a los cinco soldados que dormían en aquel cubículo.

Al instante todos los demás soldados que descansaban plácidamente en las restantes habitaciones se despertaron y salieron de estas para ver que es lo que estaba ocurriendo y quien estaba disparando de aquella manera. Lo que vieron fue aterrador. El general Jonathan Hawke seguía disparando a los cuerpos ya sin vida de los soldados de la habitación A1.

-¡General! ¡General! ¿Qué le ocurre? —gritó uno de ellos impactado por la imagen que a sus ojos estaba llegando.

El general se volvió y disparó al pobre soldado que cayó al instante al suelo lleno de agujeros producidos por las balas de la ametralladora.

Los restantes soldados que quedaron salieron corriendo como alma que lleva al diablo, escapando de aquel horror y de la locura que había entrado de repente al general Hawke.

-¿Qué demonios está ocurriendo, Frank? —pregunto uno de los soldados a su compañero mientras corrían dirección a la entrada del complejo militar

-No lo sé Erick. Esto es muy extraño. Parece una pesadilla.

Entonces ocurrió…Uno de los soldados que iban hacía la salida sacó de su pantalón un puñal y lo utilizó salvajemente contra uno de sus compañeros más cercanos.

-¡Mierda, Frank! Oliver se ha vuelto loco también. ¡Qué coño está pasando! ¿Por qué se comportan así!

Pero no sólo fue Oliver quien comenzó a agredir a sus compañeros. Al instante, muchos otros soldados se pararon en seco y comenzaron a utilizar sus armas contra sus compañeros. El escenario no podía ser más dantesco. Los pasillos llenos de cuerpos moribundos de soldados y de sangre aún fresca. El general Hawke se iba acercando mientras con su metralleta disparando a todo lo que veía. Los disparos se escuchaban por todo el edificio y los soldados que iban quedando apresuraban su huida, aterrados y acongojados por la situación.

-Erick, esto parece una jodida película de terror. Algo está pasando con nuestros compañeros.

-Lo sé Frank. Esto es muy extraño. Ellos no son así. No sé que demonios está ocurriendo.

-Puedo que yo si lo sepa.

-¿Cómo? ¿A qué te refieres?

-Creo que sé que está ocurriendo en el edificio, Erick.

En ese instante, el general Hawke disparó a Frank que se desplomó en el suelo totalmente lleno de sangre.

-¡No! ¡Frank!

La salida está justo en frente de Erick. Él, aterrado por la situación utilizó sus últimas fuerzas para salir de aquella masacre. Abrió de par en par las puertas metálicas y el panorama que se encontró no le fue nada alentador.

En el exterior, todo el paisaje estaba cubierto de nieve por una nevada que habría ocurrido aquella noche.

Erick seguía corriendo con dificultad por la nieve, mientras dejaba un rastro de sangre en esta de sus botas que estaban cubiertos de la sangre de sus compañeros al igual que todo su cuerpo. El general Hawke se acercaba cada vez más. El fin estaba cerca.

Se tropezó con una piedra oculta bajo la nevada y cayó dejando la marca de su cuerpo en esta. Su corazón palpitaba incesantemente. Estaba a punto de darle una taquicardia. El general Hawke se encontraba ya en frente de él

-¡Por qué! ¡Por qué! —gritó aterrorizado.

El general se paró entonces delante de él y comenzó a hablar.

-Nuestra venganza. Ellos nos masacraron y ahora es nuestro turno.

Entonces Erick lo recordó. El día antes sus compañeros habían ido a una misión exploratoria hacia uno de los campamentos enemigos. Según le contó Frank, todos estaban en una especie de iglesia rezando a un extraño ídolo cubierto de tentáculos al que llamaban Cyaegha. Los masacraron a todos con sus armas. Él estaba enfermo en su cama debido a la gripe.

El general miró entonces a Erick. Luego cogió su metralleta y con una diabólica sonrisa se disparó el mismo en la sien.

Erick cayó desmayado al suelo.

Cuando despertó estaba totalmente rodeado de soldados y altos mandos y con las manos y los pies esposados.

-Erick Shaw, en nombre del ejército de los Estados Unidos de América queda arrestado.

-¿Yo? Pero si yo… ¡Yo no he hecho nada! ¡Fueron ellos! ¡Los espíritus de los enemigos poseyeron a mis compañeros!

2 comentarios:

Juan Carlos Campos dijo...

uff, pobre Erick
Otra historia en la que los demonios, o dioses, o cómo podamos llamarlos nos juegan una mala pasada... mala malísima XD
Muy buena historia, de nuevo en tu línea, me gusta, lo sabes.
Besos!

Biscaue dijo...

Muy interesante! en un principio me recordó a "la niebla" de Stephen king; en donde también habian militares y experimentos, pero en este caso con nieve; pero me sorprendió el final, quizás era lo justo después de cargarse a toda una secta!!! jejej saludos